Si ya de por sí encoge el corazón ver el estado en que han quedado los territorios afectados por el fuego y frustra saber que la combustión fue intencionada, se remata la faena con furia al saber que la Ley de Montes se aprueba tan sólo unas horas después del desastre.
A los alicantinos nos gusta el fuego, pero sólo la noche del 24 junio y en una hoguera.
